Las barreras de seguridad vial, técnicamente llamadas sistemas de contención de vehículos (SCV), son un elemento esencial en la infraestructura moderna, diseñadas para proteger a conductores, peatones y ciclistas frente a accidentes de tráfico. Su función principal es reducir la gravedad de las colisiones, evitando salidas de vía o impactos contra elementos peligrosos. En España y en toda Europa, la instalación de barreras está regulada por normativas estrictas que garantizan su eficacia y certificación, factores clave para los proyectos de obra pública.
La elección de la barrera adecuada depende de factores clave como el tipo de vía, el volumen de tráfico, el entorno (urbano, interurbano, túneles, puentes) y el nivel de contención exigido por la normativa. A continuación, se detallan los principales tipos:
Barreras Metálicas (Guardarraíl)
Las barreras metálicas, también conocidas como guardarraíles, y aún más popularmente quitamiedos, se fabrican habitualmente en acero galvanizado, lo que les confiere una alta resistencia a la corrosión y una larga vida útil. Son sistemas flexibles, diseñados para deformarse al recibir un impacto, absorbiendo y redistribuyendo la energía para reducir la gravedad de las lesiones en los ocupantes del vehículo.
Son ideales para carreteras convencionales y autovías, especialmente en tramos donde el vehículo podría salirse de la vía hacia desniveles, taludes o zonas arboladas. Sus principales ventajas son el coste reducido, la facilidad de instalación y reparación, y su gran versatilidad. Sin embargo, requieren un espacio de seguridad detrás de la instalación para permitir su deformación (anchura de trabajo).
Barreras de Hormigón
Estas barreras se construyen con hormigón armado o pretensado, y a menudo cuentan con juntas machihembradas para mejorar su continuidad. Son sistemas rígidos que apenas se deforman ante un impacto, ya que su principal función es contener y redirigir el vehículo dentro de la calzada.
Se utilizan en autopistas y vías de alta capacidad, así como en puentes, viaductos y túneles, donde no hay espacio lateral para la deformación. Sus principales ventajas son una durabilidad muy elevada y la necesidad mínima de reparación después de un impacto. Su limitación principal es que transmiten una mayor severidad al impacto a los ocupantes del vehículo en comparación con las barreras flexibles.
Barreras Mixtas
Las barreras mixtas combinan una base de hormigón con elementos metálicos en la parte superior. Su diseño busca un equilibrio entre rigidez y flexibilidad, absorbiendo la energía del impacto para reducir su gravedad en los ocupantes sin comprometer la estabilidad estructural.
Son habituales en zonas urbanas con tráfico mixto (vehículos pesados y ligeros) y en vías rápidas cercanas a núcleos urbanos, pero están en desuso porque no son sistemas certificados según la normativa vigente desde 2011 En su momento, dieron respuesta a algunas carencias de las barreras de hormigón, como su altura.
Sistemas de protección de motociclistas
El diseño de las barreras convencionales, en particular los postes verticales que las sustentan, representa un riesgo crítico para los motociclistas. En caso de una caída, el impacto directo del cuerpo del motorista o de la motocicleta contra estos elementos rígidos puede causar lesiones catastróficas. Para mitigar este peligro, se han desarrollado los sistemas de protección para motociclistas (SPM), que consisten en la instalación de un plano inferior continuo que cubre la parte baja del guardarraíl.
Estos SPM, fabricados en materiales como acero, polímeros de alta resistencia o una combinación de ambos, tienen la función vital de crear una superficie lisa y continua que impide que el cuerpo del motorista se deslice bajo la valla y choque con los postes. En esencia, canalizan al motorista a lo largo de la barrera, minimizando la posibilidad de una colisión directa con los puntos de impacto más peligrosos. Su implementación es considerada una medida de seguridad prioritaria en tramos de alta siniestralidad de motocicletas, curvas peligrosas y vías de montaña, donde el riesgo de caída es mayor. La eficacia de estos sistemas está validada por estudios que han demostrado una reducción significativa en la gravedad y frecuencia de las lesiones en motoristas.
Barandillas y Sistemas Peatonales
La función de estos sistemas es proteger a los usuarios más vulnerables, como peatones y ciclistas, y canalizar el tránsito en entornos urbanos. Se fabrican en materiales como acero, aluminio o metacrilato, cumpliendo siempre con los requisitos de accesibilidad y una altura de protección mínima.
Se instalan en aceras cercanas a vías de tráfico intenso, en pasos de peatones elevados y en entornos urbanos con gran afluencia de personas. Su principal ventaja es que aumentan la seguridad vial de colectivos vulnerables y ayudan a ordenar el flujo peatonal.
Normativas de referencia
En la Unión Europea, la norma EN 1317 es el marco de referencia esencial que regula las características, requisitos y ensayos de las barreras de seguridad vial. Esta norma garantiza que las barreras cumplen unos criterios homogéneos de seguridad en todos los países miembros, lo que facilita su validación y comparación en el mercado europeo.
Los parámetros clave definidos por la norma son:
- Nivel de contención: indica la capacidad de la barrera para detener vehículos de diferentes masas, y a diferentes velocidades y ángulos de impacto. Por ejemplo, un nivel H2 es capaz de detener un autobús de 13 Toneladas, mientras que un nivel N2 se aplica a turismos de 1,5 T a velocidades intermedias. Cada país tiene mecanismos de selección del nivel de contención para cada tipo de vía y su IMD, o intensidad media diaria de tráfico y tipo de vehículos..
- Deflexión dinámica (D): define la distancia máxima que se desplaza la cara delantera de la barrera ante el impacto.
- Anchura de trabajo (W): define la distancia máxima que se desplaza la barrera hacia atrás durante un impacto. Esto es fundamental para asegurar que el vehículo no alcance obstáculos, estructuras o peatones detrás del sistema de contención
- Intrusión del vehículo (Vi): define el lugar al que llegaría una hipotética caja de camión de 4 metros al impactar contra la barrera. Especialmente importante en estructuras donde esta caja pudiera golpear elementos estructurales, por ejemplo, de un puente atirantado.
- Severidad del impacto (A, B, C): evalúa la protección del ocupante, midiendo las fuerzas que actúan sobre él durante la colisión. Una clasificación A representa el nivel más seguro, al minimizar los daños físicos a los pasajeros.
Superar los ensayos prescritos en la EN 1317 permite obtener el marcado CE obligatorio desde 2011 para la comercialización e instalación en proyectos de obra pública de carreteras. Esta certificación no solo asegura que el producto ha superado los ensayos europeos, sino que también lo valida como una solución aceptada por las administraciones públicas en procesos de licitación y homologación de infraestructuras.
Ensayos de impacto y validación técnica
Previo a su implantación, las barreras deben someterse a ensayos de impacto a escala real en laboratorios acreditados. Estos ensayos reproducen condiciones de accidente controladas y se realizan con vehículos de masas, dimensiones y velocidades específicas, según lo exigido en la norma EN 1317.
Durante las pruebas se evalúan tres aspectos principales:
- Capacidad de contención y redirección: la barrera debe evitar que el vehículo atraviese el sistema o vuelque, y además debe redirigirlo de forma controlada hacia la calzada para minimizar riesgos adicionales.
- Deformación dinámica y absorción de energía: se mide cuánto se desplaza y deforma la barrera, así como la cantidad de energía que absorbe en el impacto. Esto es crucial para determinar el espacio de seguridad necesario detrás de la instalación.
- Seguridad de los ocupantes e integridad estructural: se evalúa la aceleración y desaceleración experimentada dentro del vehículo, así como la estabilidad de la barrera tras el choque. Una barrera certificada no solo debe proteger frente a un primer impacto, sino también mantener sus prestaciones para futuros siniestros hasta su reparación.
Los informes de estos ensayos son indispensables para obtener el marcado CE y, por tanto, para poder suministrar barreras a proyectos públicos.
La certificación como requisito en proyectos públicos
En el ámbito de las licitaciones públicas, disponer de barreras certificadas según la EN 1317 no es opcional, sino un requisito indispensable.
Más allá de la obligatoriedad normativa, la certificación representa un valor añadido para las empresas del sector, aportando confianza tanto a las administraciones como a los usuarios de la vía. Además, asegura la competitividad en un mercado cada vez más regulado y exigente.
Sin embargo, el marcado CE que otorga esta normativa no es la única herramienta válida para evaluar sistemas de contención, de hecho, no es raro que se instalen sistemas sin marcado CE como las transiciones entre SCV o los terminales de barrera. No hay que olvidar que la EN 1317 es un mecanismo de homogeneizar la evaluación de sistemas de contención a nivel europeo, lo cual es todo un reto, y las administraciones regulatorias no siempre se han puesto de acuerdo para publicar normativas con algunos sistemas de contención. Esto no quita que se evalúen con todo el rigor del mundo, y que en ocasiones se instalen cuando son mejores soluciones, o no hay en el mercado soluciones viables con marcado CE.
Las barreras de seguridad vial no son un simple elemento de equipamiento, sino un componente estratégico en la reducción de la siniestralidad y la protección de vidas. Su correcta elección, instalación y certificación garantiza no solo el cumplimiento de la normativa, sino también la viabilidad de proyectos públicos y privados. Apostar por sistemas certificados es invertir en seguridad, sostenibilidad y confianza.